Salgo sobre las 19:00 de casa, me dirijo al Obelisco, tráfico y vueltas para aparcar. Podía ser una buena señal, significaría que más gente estaba acudiendo a la llamada. Y así era. Llego al Obelisco y había comenzado la asamblea, jóvenes y no tan jóvenes, expresaban su opinión libremente, mientras el resto de la gente iba ocupando su sitio.
Una mujer, después de expresar sus sentimientos y su opinión, de mostrar su apoyo, se emociona y una joven le muestra su agradecimiento.
Continúa la asamblea y cada vez más gente se acerca a la explanada del Obelisco a escuchar, compartir pensamientos y aplaudir.
A medida que avanzan los días, la gente se anima a expresarse, oralmente o por escrito.
Minutos antes de que las campanas anunciasen el nuevo día, me encuentro con este hombre, grabando en su memoria y en su teléfono, unas imágenes que jamás había visto y que jamás pensaba que podrían verse allí. Estaba emocionado.